con la excusa de tener un emprendimiento familiar llevado a cabo por una madre y tres hijas que se terminó volviendo mucho más que eso.
Un lugar donde hicimos, vestimos y conocimos clientas que hoy elegimos llamar amigas.
Siempre vendiendo la ropa que a nosotras nos gustaría comprar, las prendas que nosotras usaríamos, y como con los años nuestros gustos fueron cambiando PILCHA también cambio pero sin perder su esencia.
Las que nos visitan a diario saben que nuestro local es pequeño pero nuestro corazón es grande, y si hoy seguimos de pie es porque ustedes confiaron en nosotras.
Gracias a todas por ser parte de esta familia llamada PILCHA.